domingo, 8 de julio de 2012

Reflexiones sobre ¿La Revolución “Educacional” en Chile?


Aunque las legítimas aspiraciones y demandas de toda la comunidad estudiantil de este país (alumnos secundarios, universitarios, padres y apoderados, profesores, directivos, etc.) se enmarcan en temas como el lucro, (totalmente de acuerdo con que las universidades no sean empresas que su función sea evadir el pago de impuestos de otras empresas mayores), que la educación sea gratuita, (aquí discrepo, que se le de gratis la educación al 5% de las familias más ricas de Chile; mientras no sea equitativo el pago de impuestos, ya que actualmente paga sólo la clase media) y que la educación sea de calidad. Esas son las 3 grandes demandas.
Personalmente, siento que las 2 primeras, son de resorte económico, debieran resolverse por una reestructuración tributaria, pues con algo tan simple como eliminar el Royalty minero, se acabarían los problemas económicos educacionales y muy probablemente otros.

Pero ¿la calidad de la educación??????

Creo que la interrogante, es más bien respecto a la Educación en sí, ¿para qué sirve la educación que están entregando actualmente? El cuestionamiento va esencialmente a la Educación Infantil Temprana, Primaria y Secundaria.
Según mi visión, sirve para muy poco o nada.
Dicho de otra forma: ¿qué me enseña la educación actual, como herramientas de vida para el mundo de hoy?,
-          ¿Te enseña a ser mejores personas?
-          ¿Te enseña a pensar y solucionar problemas?
-          ¿Te enseña a ser buenos padres?
-          ¿Te enseña a autovalorarte, respetarte a ti mismo y los demás?
-          ¿Se preocupa por buscar y descubrir tus habilidades y capacidades para realizarte con un trabajo en tu futuro?
-          ¿Te enseña que el trabajo individual es más pobre que el trabajo en equipos?
-          ¿Te enseña a que la experiencia es algo invaluable?
-          ¿Te enseña a que el dinero no es un fin, sino que un medio?
-          Finalmente ¿Te enseña qué todo lo que aprendemos es para que estemos mejor cada uno y así hacer que estén mejor los que queremos y amamos?
En cada una de las respuestas fue un NO rotundo. Por lo tanto, estas pocas preguntas me llevan a la conclusión que el cambio que necesitamos es más bien valórico y en una visión como sociedad y que la educación, con un cambio curricular profundo, podría ayudar a dar frutos en generaciones futuras.

Actualmente la enseñanza tradicional te somete a las mismas exigencias a todos por igual, por lo tanto desde el Jardín Infantil, pierdes tu individualidad. Si aprendes más rápido y por lo tanto te aburres, apareces como más inquieto, pero las tías parvularias o profesoras les molesta (porque ellas mismas están en un trabajo que no aman) y derivan a esos niños al médico y los diagnostican con hiperactividad y les administran psicoestimulantes (para atontarlos y que sigan el rebaño, como el Ritalin®). O en el otro extremo, al que se demora más en asimilar las cosas, lo fustigan y le hacen Bullying, porque es el más tonto o queda’o; sin pensar que el procesamiento mental que está haciendo es más profundo y reflexivo (piensen en cuanto Nerd excompañero está súper bien).

En las evaluaciones los ponen a luchar unos contra otros, para lograr la nota más alta. Y el que tiene un número mayor, significa que es el mejor; en una competencia absurda. Y lo mismo se hace en el aspecto físico, con la “educación física”; todos deben hacer lo mismo, sin importar que tengan distinta altura, peso, alimentación, etc.

A los alumnos se les adiestra en el aprendizaje basado en la memorización de contenidos.
¿Memorizar?, ¿para qué?
En un mundo donde la accesibilidad a la información es prácticamente un derecho como insumo básico, así como la electricidad, agua potable, etc. Donde la historia de la humanidad cabe en un disco duro de 3TB.
No debiéramos desperdiciar nuestras capacidades intelectuales en guardar y retener información que se puede acceder por medios tecnológico. (Es como enseñar a calcular la raíz cuadrada a mano y no usar la calculadora, eso se dejó de enseñar en los 70’s)

Por ejemplo: de qué nos sirve saber la historia, si no somos capaces de interpretar los hechos y aprender a extrapolarlos; rescatar los buenos ejemplos de cada civilización o cultura; saber por lo menos que es cultura….

Para qué aprender matemáticas si no somos capaces de saber pedir un prestamos bancario calculando todos sus cobros compuestos y asociados; no podemos autoadministrarnos y gastar más de lo que podemos pagar; ….

Para qué aprender biología, si no somos capaces de cuidar el medio ambiente, botamos basuras en las calles, lavamos el auto con la manguera del jardín, dejamos las luces encendidas, tiramos las baterías en cualquier parte,…

Para qué saber de anatomía si nos alimentamos mal, fumamos y bebemos en exceso; no salimos del sedentarismo; si nos bañamos en aguas correntosas recién alimentados….

Para qué saber de educación cívica si no conocemos nuestros deberes y derechos como consumidores, manejamos tirando el auto a quien sea, nos dejamos atropellar y no demandamos judicialmente cuando sea pertinente…

Para qué saber de física si manejamos a exceso de velocidad, si los niños elevan volantines (cometas o papalotes) con hilo envidriado cerca de cables de alta tensión, si manipulamos artículos eléctricos con las manos mojadas….

Y así podríamos ir asignatura por asignatura sin que tenga un sentido práctico en la vida cotidiana.

A eso agrega las actitudes y ejemplos que los “adultos” dan a los niños; que dicho sea de paso, es la forma más potente de enseñanza: el ejemplo del día a día que se entrega a los niños menores. El niño aprende imitando, copiando, al adulto (papá, mamá, profesor(a), tío(a), deportistas, etc. es su ídolo, dependiendo de la etapa de vida; pero yo me refiero a las primeras. donde el papá y mamá son su ejemplo (impronta).

Imaginen al adulto que lleva al niños a cruzar la calle en cualquier parte y corriendo; o cuando descalifico o ignoro al abuelo. En la práctica con esos 2 ejemplo estoy diciendo:
No respetes la señalética y haz lo que quieras cuando quieras colocándote en riesgo.
Y en la segunda, no tomes en cuenta la voz de la experiencia y cuando tu puedas, ignórame como yo lo hice con mi padre.

Es como un círculo vicioso, los padres que son padres sin querer serlos, por lo tanto criarlos es un “cacho”; los profesores con falta de vocación, que enseñar es una “lata” y esto en casi todas las carreras, que se estudia lo que te permite la PSU (Prueba de Selección Universitaria), estudio lo que puedo, no lo que quiero. Busco la profesión que más dinero me permita ganar. Y a la larga se transforma en algo tedioso de hacer y con ese tedio de vida o antes, te ves enfrentado a la paternidad.

Y para quienes no tienen la opción por falta de oportunidades o recursos su futuro se ve sombrío y oscuro y sólo quieres refugiarte; lo hacen como adolescentes buscando un sentido de pertenencia o afecto y son papás como fruto de querer arrancar de una sociedad que somete a todos bajo las mismas exigencias (muchas tácitas), de que el dinero es sinónimo de éxito y si no lo tienes no le sirves o no serás visto con buenos ojos ante toda, toda nuestra sociedad. (Cuando recalco el “toda” es porque incluyo las instituciones filantrópicas [Club de Leones, Rotarios, Masones, etc.], religiosas [Católica, Judía, etc.], de Membresías [Clubes de Golf, Clubes Ecuestres, etc.]), etc……

Con todo lo anterior sigo preguntándome: ¿Por qué someter a todos a los mismos estándares evaluativos? Si sabemos que cada Ser Humano es único e irrepetible.

A la larga creo en eso radica nuestra evolución, que somos tan complejos, que nunca hubo, hay o habrá uno igual a otro, pero por lo visto nos falta evolucionar otro poco, para aceptar y comprender nuestras individualidades personales y nuestra igualdad como especie.

 

Cuidémosnos y tratemos que nuestra existencia sea para mejor.


Nuevamente, muchas gracias a quien se da el tiempo de leer estas reflexiones. Un abrazo.

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